15.11.01

Miedo

El espacio inmenso de cielo y de mar que se abría a su vista no suponía ningún alivio. Estaba acorralado sin esperanza en lo alto de una torre de piedra, en las ruinas del misterioso castillo de una isla temible y de oscuro nombre. Sentía ya el jadeo ominoso de la bestia que ascendía por la lúgubre escalera de la torre. Y esta vez, los ladridos del pequeño foxterrier no la asustarían.

Despertó empapado en sudor. Debía haber estado gritando en sueños, porque oyó la voz del Capitán al otro lado de la puerta: “¡Rayos y truenos, Tintín! ¿Estás bien?"

Albert Rossell

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