17.2.11

235 Km.

235 kilómetros los separaban.
Cada noche ella miraba el teléfono,
pero no encontraba su respuesta.
Cuando al fin él se decidía a llamarla
para ella siempre era tarde, y él lo sabía.
“- Lo siento, no sé por qué no te llamo más.”
Cuando terminaba la conversación ella solo sabía llorar,
se quitaba la alianza y la dejaba sobre la mesa.
Miraba una foto de los dos y su alma se estremecía.
Quería dejar la relación pero nunca se atrevía.
Y así fueron pasando los días hasta que una noche que él llegó
la encontró convertida en una estatua de hielo.

Alba F. Cebrián