11.11.01

De pronto

Laura, aburrida y fastidiada, aprovechaba los últimos cinco minutos para mirar la cartelera del teatro. De pronto, una figura masculina apareció de en medio de las columnas neoclásicas. Igual que la arquitectura, era un cuerpo macizo y sólido. Los pasos, firmes y decididos. La mirada, intensa y escrutadora, escaneó todos los rincones como un relámpago. Una leve sonrisa de complicidad se dibujó en su rostro al visualizar a la chica, antes de desaparecer como un soplido de viento gélido norteño. Ella notó su cuerpo volverse frío como una piedra y, luego, caliente como la arena de la playa en verano.

Marta Armadà

No hay comentarios: