Esfinge
Otra vez lo veo allí sentado en su silla mirando absorto el mundo detrás de la ventana sin que su rostro muestre expresión alguna.
Raramente sonríe y si lo hace nadie sabe a qué es debido. Nunca entabla conexión visual directa ni es pródigo en palabras. Cuando habla lo hace toscamente y sin entonación.
Realmente es difícil reconocer al ser humano que tengo frente a mi, envuelto en una burbuja de inmutabilidad, inmerso en un mundo distinto al nuestro.
Y cada vez que lo miro quisiera preguntarle ¿En qué piensas? ¿Cómo es tu mundo? ¿Estás sufriendo? El rostro permanece impenetrable.
Antonio Jiménez Benlloch.
No hay comentarios:
Publicar un comentario