Malpagado
Desde pequeño supo que era tonto. Su padre se hartó de decírselo, día tras día. Después de años de intentar disimularlo decidió entregarse, aceptar y vivir su circunstancia. Empezó a encontrar cantidades industriales de cretinos de todas clases y profesiones cuya condición reconocía con sólo mirarlos y con los que hacía causa común, a veces de forma un poco intempestiva, acercándose y espetándoles:
- Yo, también.
- Usted también ¿qué?
- Yo también soy un cretino
Coincidió en un evento con un ex-presidente del gobierno a quien mostró su solidaridad, según costumbre. Sin comprender la magnanimidad de su gesto le metieron en prisión.
Luis M. Cereceda Babé
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