18.4.05

MALA MEMORIA

El fue durante muchos años conserje y amigo de aquella escuela efervescente; de todos los niños, especialmente de ella siempre tibia y cercana a su mano. Ella, la del registro más alto y limpio para las consignas hacia los tiempos anunciados.

Los ojos de mirar tantos cristales rotos la descubren. Sus miradas se cruzan. Ella ladea algo su cabeza y afirma el paso en la calle de los desfiles y las gargantas desbordadas. Asegura su mano al brazo que la conduce liviana en otra lengua y se pierde poco a poco, allá, donde los ojos del viejo, apenas pueden recordar.

Juan Eduardo Bernal Echemendía
No sufras más

Mira al cielo y nunca te rindas, no sufras si te ha hecho daño... Si es el peor por quien suspiras, demuéstrale que, aunque no lo crea, vales algo...¡Corre!, ve y dile a voz de grito que pisarte no es tan fácil y que aunque sufras tanto no eres frágil. Y si por un momento te fijas, en sus ojos verás cenizas de un orgullo que has quemado y que ahora te pide vida porque añora tus caricias, porque añora tus besos, porque su amor no se ha muerto y sigue vivo por mucho que lo mantenga en silencio...

Mari Carmen Garrido
Para ellas

Hoy he visto mi infancia en sus ojos. O ellas la suya en los míos, qué más da. Venero sus años de ilusión feroz, de alegría sin diques. Y más que nunca he agradecido poder trazar en un papel muñecos y fantasías que hicieran sonreír. Me he zambullido feliz en ese darse inagotable que es sólo para los pequeños, dejándome mecer por esa bendición de creer que todo es posible si se desea de verdad. Él, que compartía esos momentos, también ha sido niño conmigo.

Han dicho mi nombre con una sonrisa. Y sé que hoy dormiré con su sueño.

Laura
Un oficio de alto vuelo

Salía apurada de mi casa, como de costumbre, para ir al trabajo y de pronto vi una imagen que me impactó y en cierta manera cambió el rumbo de mis pensamientos.
Venía caminando el barrendero, haciendo su trabajo, detrás estaba el sol, que iluminaba su figura y arriba de su cabeza, un montón de palomas volando.
No era terrenal, fue como ver una postal del paraíso.
Me pregunté ¿a qué se debía tan celestial acompañamiento?
Al llegar a la esquina tuve mi respuesta, tenía su bolsillo lleno de migas de pan que le permitía, tener un oficio de alto vuelo.

Lidia Cabrera

6.4.05

El sicario

Conozco muy bien mi trabajo, señor. Nunca antes había errado mi objetivo y no es justo que pase a la historia como un principiante. Créame, ella era tan hermosa que me tomé un minuto para contemplarla antes de hacer mi trabajo, cosa que ?reconozco- jamás debería haber pasado. Vi que alguien iba detrás suyo escondiendo un revólver y al ponerse a la par le disparó en medio del pecho. Crucé la calle desesperado porque vi que aún respiraba y cuando miré alrededor solo vi un policía...y yo con una foto de ella en la mano. No me cree, verdad ?

Darío Blanco
Perros de la terminal.

El otro día vi, caminando por la estación, un perro de la calle. Era un perro más, como tantos otros. Este también tenía los ojos tristes y vidriosos. Reposaba acurrucado sobre la vereda fría. Yo me detuve a mirarlo, como hago siempre con los otros perros. Y le susurré palabras de cariño, como suelo hacer. Al oírme, levantó la cabeza y me miró. Al escucharme, movió tímidamente su cola. De entre sus patas, veo correr un hilito de orín No sé si fue de felicidad o de tristeza. Pero lo acaricié y seguí mi camino, llorando, como tantas otras veces.

Gala
Después de dos semanas

Mi hijo de cuatro años llegó de la escuela con las gafas puestas, seguro. Lo traje yo mismo. Pero a la media hora ya no las llevaba. Durante dos semanas he buscado sin éxito por todos los rincones, he revuelto infructuosamente en cada mueble, armario, baúl, caja o cajón. Las doy por perdidas. Él sostiene que se le cayeron en la calle. Más concretamente en el zoo. Asevera incluso que se las comió un tigre. Hoy he leído en la prensa que un tigre del zoológico sufrió una hemorragia gástrica. Por si acaso, he decidido releer algunos relatos de Borges.

Albert Rossell
Bajo el sol

Un día muy soleado llegó a nuestro poblado un hombre de la tribu vecina. Quería convencernos de pactar un armisticio para acabar con las continuas escaramuzas que menguaban los censos de ambas comunidades. Empleaba algunas de nuestras palabras y atuendos, y al principio siempre sonreía... Pero ya nuestros líderes nos habían prevenido contra esos vocablos pronunciados con acento inconfundiblemente foráneo, contra esas pinturas, amuletos y abalorios del forastero -torpes remedos de los nuestros-, que sin duda perseguían ofender nuestras tradiciones y contaminar nuestra lengua, como corroboraba su sonrisa hipócrita. Todavía refulgen bajo el sol las piedras con que lo lapidamos.

Albert Rossell
Dejar a tu mujer

¿Por qué quieres que cambien las cosas?

¿Acaso te van mal tus asuntos?

Tu mujer está más feliz que nunca, jamás te respeto tanto como ahora.

Te encuentras seguro de ti mismo, no tienes dudas de tu matrimonio,

rindes el doble en el trabajo y tu jefe esta pensando en hacerte supervisor.

Se acabaron esas lagunas mentales tan amargas y negras, los temblores se marcharon para no volver, te ves mejor y además te sobra tiempo para tus amiguitas.

A todos nos mejoro la vida. Dime entonces, por qué diablos quieres que deje de ser el amante de tu mujer...

Eratostenes Rueda
Siete y media

-Carta.
Necesitaba un uno, pero con medio ya habría bastado. Le salió un tres, insuficiente en ocasiones, excesivo para el momento.
-Paso.
El otro se rió complacido.
-Has perdido, Dios, te toca ser el Bien.
Dios permaneció unos instantes sentado ante la mesa de juego contemplando cómo el Demonio se alejaba. Trató de contenerse, pero no pudo, las entrañas se le retorcían reclamando la venganza más visceral. Había perdido la partida. Aquel día creó el Mundo, como quien caga duro. A lo lejos, alguien, con cierta perplejidad pero con un deje de retintín gritó:
-¿Pero no era yo el Mal?

Agustí Sanfeliu