29.7.03

Costa Brava

No recordaba como había llegado hasta allí.
Desde la cama de hospital, con una bolsa de sangre nutriendo sus venas.
Una amplia ventana se extendía sobre la ciudad y, en el fondo, el mar.
Su último recuerdo: las olas que bañaban su cuerpo en la playa, la espuma teñida de rojo.
Un dulce sopor subía hasta su cabeza mientras imaginaba sus hematíes diluidos en el Mediterráneo. Perdió la cuenta.
Diez, cien, mil. Muchos más perdidos en la inmensidad del mar.
Ahora, una bolsa de transfusión cuelga a su lado, cien centímetros cúbicos más para estar de vuelta a la vida.

Antonia Calderón

25.7.03

La organización social profesional

Mi subdirector dice que no hay que empezar a abordar ningún proyecto si previamente no existe un código para el mismo, porque si no hay código es que el proyecto no existe. El código me lo tiene que proporcionar mi jefe, pero a veces tarda unos meses. Como mi subdirector dice también, a veces, que determinadas cosas hay que hacerlas, pues si esas cosas son de un proyecto que aún no tiene código, o sea que todavía no existe, entonces a veces me paso unas meses trabajando en cosas de proyectos que no existen, pero que están proyectados. Qué cosas...

19.7.03

Correo no deseado


Abrí una cuenta de correo electrónico. "Hora era" me dijeron. Pasó un mes y no llegó ningún mensaje a mi anhelante bandeja de entrada. Reescribí mi nombre de usuario, cambié mi contraseña, alteré mi perfil, mis preferencias. Nada. Insistí en los compañeros de trabajo, en los antiguos conocidos, en los ocasionales. Nada. Confié en las suscripciones, en los reenvíos, en el spam. Nada. Acabé por hacer una nueva cuenta en otro proveedor gratuito y escribirme: "¿Para qué quieres que te molesten? Es evidente que los demás no valen la pena".
El mensaje me llegó. Y me envié a la basura.

Lilith
Virus

Le parecía captar lo que tenían en común los virus, aunque no sabía mucho de biología ni de computación. Existían solamente dentro de otros. Por un tiempo limitado tomaban la vida de ese otro para poder existir.
Se preguntó como sería vivir de esa manera, pero le pareció una pregunta absurda. Él pertenecía a otra categoría. Tenía mucho mas que ver con el arte que con la biología o con la computación.
Nota para el lector: Este cuento que ahora lees es quien hace estas reflexiones. El no sabe que su existencia terminará cuando tus ojos lleguen al punto final.

Alex Kalawski Boza

17.7.03

El jinete

La brisa dio en su cara; cerró los ojos y se vio en una pradera galopando en vertiginosa carrera. Su entusiasmo lo llevo a campo traviesa y a un sinfín de historias inimaginables.
De pronto, el alazán fue deteniendo su marcha y tuvo que volver de su fantástico e imaginario viaje que había llegado a su fin.
Cuando no se había detenido totalmente, el niño echo pie a tierra y se dirigió alborozado, corriendo hacia su madre que lo esperaba con los brazos
abiertos, mientras los finales sones de la música, acompañaban la inercia del último giro de la calesita.

José María Cuenca

16.7.03

La hora del relevo

Observó su propia mirada reflejada en el agua. Todos le tenían gran respeto, sobre todo por su capacidad de improvisar planes de evacuación ante el fuego. Y estaba seguro de poder merecer todavía muchos años más esa admiración. Pero algo en sus mismos ojos le hacía dudar. Los jóvenes venían empujando con fuerza. Su propio hijo rivalizaba ya con él...

Se alejó del río y pidió a su hijo que lo acompañara al risco. Allá arriba, ambos recibieron las aclamaciones. Luego, sencillamente, se retiró al bosque, para que todos supieran que en adelante ya sólo sería el padre de Bambi.

Albert Rossell

14.7.03

Declaración de amor

Hoy lo he vuelto ha hacer. He entrado a su trabajo con el único propósito de verla. Como cada día, un escalofrío ha recorrido mi cuerpo, ¿qué llevaría hoy?. Con su saludo casi me derrito, no puedo soportarlo. Ahí estaba, preciosa, como de costumbre. Cuando me ha sonreído no lo he dudado: “hoy voy a decirle lo guapa que está, lo loco que me tiene, que pienso todas las noches en ella”.
Me he acercado y, todavía temblando, se lo he soltado de golpe... “qué calor hace hoy, menos mal tenéis aire acondicionado”.
Mañana me atreveré, de mañana no pasa.

Carlos Font-Flaj

5.7.03

Obsesión

Se había obsesionado con los cuentos de cien palabras. ¿Podría escribir uno de veinte? ¿Lograría incluir en el cuento esa obsesión?
PLACER.
¡Que extraño placer tenemos los humanos! Fijarnos una meta difícil y lograr cumplirla. La cumplió: El cuento tenía veinte palabras.

Lograría hacerlo sólo con diez?
JUGAR.
¡No juego más! Afirmó. Ignorando que jugaba a no jugar.

¿Y solamente con cinco?
IGNORANCIA.
Vivía ignorante: Había muerto ayer.

Se sentía mucho mejor satisfaciendo sus obsesiones. Pero, entonces le surgió una nueva: ¿Qué podría hacer con todo esto? ¿Podría publicarlo? ¿Dónde?
Podía dar un último paso: Juntar todo en cien palabras.


Alex Kalawski Boza
Estoy haciendo trampa

Eso dijo. No sólo lo pensó, sino que lo dijo explícitamente. Decirlo era parte de la gracia. Al hacer trampa estaba trasgrediendo la regla. Y era una regla fundamental, no una cualquiera. Pero a la vez estaba cumpliendo con ella, si no lo hacía no lograría ser visto.
De ese modo estaba satisfaciendo, a la vez, dos necesidades fundamentales: Por una parte pertenecer y ser uno más, y por otra diferenciarse y ser diferente.
Al hacer que el título formara parte del cuento había logrado que la última palabra con que terminaba fuera, no la número 100, sino la 103.

Alex Kalawski Boza
Prisionero

Cuando cantaba, todos los que lo escuchaban parecían entrar en otro estado. Al verlos se podía decir que tocaban el cielo.
Lo trataban con cuidado. No le faltaba agua ni comida y estaba protegido del frío. Incluso tenía un baño sólo para él. Pero igual se sentía muy triste. Tan solo, tan extraño en ese ambiente. Y sobre todo no tenía ninguna posibilidad de desplegar sus alas en ese espacio tan reducido.
Fascinándolos con su canto había logrado que no percibieran su verdadera apariencia. Por eso lo trataban como si fuera un canario.
Encerrado en la jaula el ángel lloraba.

Alex Kalawski Boza.

4.7.03

Ay…Barcelona

Se fue hace un par de meses, rumbo a esa Meca que hoy es España para los argentinos. Acompañada de su pareja, se la veía feliz y triste a la vez. Antes de desaparecer por la manga de embarque nos dejó un último saludo y la imagen de su carita luminosa llena de sonrisa e inundada de lágrimas, junto con la promesa de volver para el casamiento de su hermano. Una tarde sonó el teléfono anunciándonos que nuevamente seríamos abuelos y que volvería cuanto antes. Por eso ahora con mi esposa decimos: ¡Gracias, Barcelona, por tener un aire tan fecundo!

Jorge Nieva