30.4.02

Enrojecido

Él quiso intentarlo. Sabía que abandonar así era como escoger morir antes de nacer o pedir el divorcio antes de dar el si nupcial. ¡Qué estupidez! Tenía que hacerlo, haciéndolo no tenía nada que perder. Si se negaba, su novia no se lo hubiera perdonado nunca. ¡Nunca! Y él lo sabía. La quería. Por eso, y sólo por eso, lo hizo. Se acercó sigilosamente al establecimiento y finalmente se decidió. El local estaba abarrotado.

- Un paquete de preservativos, por favor.

Y enrojecido se fué con ellos a usarlos. La parte mala ya había pasado. Ahora era momento para el disfrute.

Isaac Guilà

26.4.02

Anoche apenas pude dormir, me he levantado y no he encontrado aspirinas, pero tampoco había leche ni café en la cocina. He ido a la despensa y la escena me ha desconcertado, estaba vacía. Él siempre se ha encargado de comprar todo lo necesario ¿cómo es posible que se le haya olvidado? He entrado en la habitación para preguntarle que había sucedido, pero al llegar he visto la cama vacía y he comenzando a recordar. Mi mente me ha devuelto el ayer cubierto de pañuelos bordados cómplices de lágrimas, los pasos silenciosos, y las coronas de flores con su nombre.

Carola

19.4.02

La impresora loca
Hay veces en que nuestras herramientas de trabajo más cotidianas nos dan la espalda. Una vez me ocurrió con mi impresora. Haciendo yo un trabajo para la universidad, siempre con las prisas de última hora, empezé a imprimir la primera parte del estudio mientras seguía escribiendo la segunda. Cuando paré y me fijé en los folios imprimidos no cabía en mi mismo: un sinfín de colores, formas, dibujos, símbolos y sinalefas ocupaban el espacio reservado para la bioquímica. Volví a imprimir y el trabajo se reprodujo fielmente. Hay quien dice que la revolución de las máquinas está muy cercana, ¿no?

Isaac Guilà
Panem et circenses

Creía que nunca vería en mi mente imágenes que me dijeran que aquello era pura ficción, que todo el tinglado era nada de la nada. Pero pensando, pensando, me acostumbré a ver la verdad, el fondo de la cuestión, de la que nadie parece darse cuenta. Todo esto vino a razón del partido del siglo número tropecientos. El futbol, sí el futbol, ese gigante de formas redondeadas que sacude a los transeúntes y los enloquece de por vida. El futbol, esa forma de poder moderna.
Pasado un tiempo de dudas, fui otra vez yo. ¡Que gane el Barça, por dios!

Isaac Guilà

17.4.02

Verticalidad

Este niño mío siempre ha tenido esa manía, prácticamente desde que nació. De pequeño se pasaba el día tirando el chupete, se regodeaba dejándolo caer, abría la mano muy despacio y lo soltaba con cinismo, para fastidiarme los riñones. Y después lo mismo con los juguetes. En cuanto empezó a andar, venga lanzar cosas por las ventanas y desde el balcón. Y últimamente le da por treparse a sitios altos y mirar cómo caen las piedras. Es tremendo... ¡Pero qué manía le ha entrado de subirse a la Torre de Pisa! ¡Galileo, que te bajes de ahí ahora mismo!

Albert Rossell
Desde que la vio, sentado en el asiento de cada día, dos más atrás del conductor de la línea quince, se hizo el propósito de decirle que la amaba. Desde aquella mañana pasaron semanas y se repitieron intentos. En ocasiones las palabras se quedaron enganchadas a los labios, otras veces su sonido fue tan leve que murió en el murmullo de las noticias de las siete treinta. El día que hacía cien desde el primero se fijó un límite, una cuenta atrás. Y comenzó: Uno, dos, tres…pero ella ya no subió porque se había prometido concederle noventa y nueve oportunidades.

Txema Rodríguez

9.4.02

El reloj de cuco

Siempre ese ruido. Ese maldito ruido que me despierta por las noches. ¿Por qué se le ocurrió a mi suegro regalarme ese maldito reloj de cuco? Siempre con su odioso: ¡Cu-cu! ¡Cu-cu! ¿No se puede estar calladito el pajarito ese? Y me preguntaréis: ¿Por qué no lo tiras? ¡Ja! Ya lo he pensado, pero cuando lo tengo encima de la papelera me da pena, y, pensando que no molestará mas lo vuelvo a colgar. Pero, entonces empieza a sonar de nuevo el repetitvo: ¡Cu-cu! ¡Cu-cu! ¡¡AAAHHHHH!! ¡¡Que se calle!! Esto sí que es extraño. Odiar algo pero también quererlo mucho.

Alba Cebrián

7.4.02

La máquina del tiempo

Cuando era pequeño me encantaban los dinosaurios. Un día tuve una idea y se la propuse a mi padre. Fue construir una máquina del tiempo. Mi padre encontró esta idea muy buena y empezó a trabajar. Cuando cumplí veinte años el regalo de mi padre fue la máquina por fin terminada. En seguida partí al Jurásico. Allí esperaba ver velocirraptores, tiranosaurios rex... Pero no vi nada de eso. Lo único que vi fue a unas extrañas criaturas, pequeñas, verdes y con antenas que, entre grandes risas, se dedicaban a enterrar huesos de dinosaurios para pitorrearse de los hombres del futuro.

Alba Cebrián

6.4.02

El futuro
Me intrigaba lo que pudiera augurarme el futuro, y en vistas de que una anciana vidente nunca erraba en las adivinanzas del porvenir de quien la requiriera, fui a visitarla. El lujo lucía por doquier en el interior de aquella casa. De oro, madera de caoba y marfil se componía el asiento donde se acomodaba la afamada misteriosa mujer. Le predijo sus días venideros: se rompería su matrimonio, le echarían del trabajo y perdería su perro. Se cumplió todo. Días después su esposa conducía un flamante automóvil, su jefe inauguraba una nueva empresa y su perro lo paseaba aquella anciana.

Ana Santolaria
Las cosas del amor

Mi vecino me ha traído flores. Dice que siempre ha estado enamorado de mí, pero que hasta ahora no había osado decírmelo. Me ha dedicado una poesía y la ha recitado con los ojos empañados en lágrimas. A pesar de su rostro ruborizado no se percataba, o no le importaba que circularan algunos escuchando, muy intrigados, su íntima confesión de amor. También osó declarar que me espió desde su pequeña ventana, cuando me duchaba. Con los ojos aún humedecidos, recogió del suelo un crisantemo que había caído y dispuso el ramo en el jarrón del nicho de su amada vecina.

Ana Santolaria

4.4.02

Mi vecino

Al principio sólo me sonaba su cara. Luego vi “El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas” y ya no me cupo ninguna duda: mi vecino es Paul Newman. Me pregunto, sin embargo, qué hace Paul Newman viviendo de incógnito en mi degradado barrio del extrarradio, y por qué usa una peluca negra y disimula sus hermosos ojos mediante lentes de contacto oscuras... Casi me hacen dudar su ropa desgastada, su descuidada dentadura, sus enormes orejas y su cuerpo de alfeñique, mas sonríe y sé que es él... ¿Pero por qué demonios lleva una guitarra y un sombrero cordobés?

Albert Rossell

2.4.02

Es por su bien, la mezcla aumenta y enriquece a su pobre, caduca y obsoleta cultura.
Pero como puedo esperar que entiendan lo mucho que me preocupo por ellos... desagradecidos y patéticos patanes. Les daré tanto trabajo, que dentro de cien años las ascuas de su hoguera se habrán extinguido, empapadas por la autentica cultura, la de siempre, la buena, la que no engaña... o sea la nuestra. Entonces, solo entonces, quizás, comprendan el bien que les he hecho... lastima que ya no quedara ninguno para agradecérnoslo.

- Elucubraciones y pajas mentales del buen Dictador, Libro I, Capitulo VI, Versículo IX.

Francesc Sarerols